En la Tierra Santa de las tres religiones del libro (judía, cristiana y
musulmana), antes de que naciera Jesús de Nazaret, un gobernador llamado
Herodes, que luego sería conocido por sus desmanes, construyó una
ciudad y un puerto que durante siglos darían que hablar en las orillas
del Mediterráneo. La ciudad era Cesarea Marítima y su puerto Sebastos.
Localización de Cesarea. |
El constructor
Herodes era gobernador de Judea en el
siglo I a.C., había sido elegido por el imperio romano para controlar
esta tierra, que casi desde sus inicios fue tan importante como
convulsa. Posteriormente se autonombró, con el beneplácito de Roma, rey
de los judíos y, por lo tanto, de las tierras habitadas por éstos.
El mayor constructor de la historia
hebrea, Herodes, fue un hombre cruel, pero también un hábil guerrero,
valiente y poderoso. Aparte de estas cualidades, muy valoradas en la
época, era una persona capaz, que durante toda su vida quiso llevarse
bien tanto con su pueblo como con los invasores romanos. Precisamente
por ello, y también por su propia megalomanía, se dedicó, cuando no
estaba combatiendo, a erigir grandes obras arquitectónicas, algunas de
las cuales son de las más importantes de la época. Por ejemplo, la
reconstrucción del Segundo Templo de Jerusalén, la edificación de las
fortalezas de Masada y Herodión, así como la ciudad y el puerto
de Cesarea Marítima.
Sebastos
En casi una década (entre los años 23-15
a. C.), un grupo de constructores locales y romanos realizaron en mar
abierto el puerto artificial más grande conocido hasta ese momento.
El lugar era una playa de arenas
movedizas desprovista de abrigo alguno, ya que la línea costera estaba
expuesta al Mediterráneo, y además existía una corriente que arrastraba
la arena de sur a norte. Las razones de la elección de este enclave
fueron políticas, no porque la naturaleza favoreciera allí la
construcción de un puerto. La rapidez de la ejecución, unida a la
complejidad y a la magnitud de la obra son excepcionales, por lo que se
clasifica como uno de los logros de ingeniería más impresionantes de la
época.
Herodes lo llamó Sebastos en honor de
Augusto (su nombre traducido al griego). Sus constructores se
enfrentaron a desafíos de diseño y edificación nunca antes encontrados
en los puertos del Mediterráneo. Veamos primero el material básico que
se usaba en ese momento y cómo se conseguía.
El cemento romano
El cemento hidráulico romano consistía en un mortero hecho de cal, puzolana
(una ceniza volcánica similar a la arena, naturalmente rica en
aluminosilicatos) y agua, a la que se añadieron varios tipos de agregado
de escombros. La mezcla resultante era un concreto (mortero) muy
resistente y duradero, que podía solidificarse bajo el agua y que era
impermeable. Mientras estaba en estado líquido podía colocarse en
encofrados de madera para formar masas monolíticas.
Aunque los griegos ya utilizaban un
compuesto similar, fueron sus herederos romanos los que aprendieron a
sacarle más partido, creando un nuevo tipo de hormigón, lo que les
permitió levantar edificios más sólidos, más grandes, más resistentes y,
especialmente, construir bajo el agua.
El traslado de materiales por vía marítima
Brandon ha calculado recientemente que se
usaron aproximadamente 35.000 m3 de hormigón, lo que requirió la
importación de 52.000 toneladas de puzolana y la producción de 12.000 m3
de cal.
Transportar sólo la puzolana desde Italia
hasta Judea habría supuesto entre 100 y 150 viajes. Algunos de ellos
pudieron hacerse por parte de naves onerarias, que en la travesía de ida
transportaban grano desde Alejandría a Puteoli, y en la de vuelta
llevaban una carga completa de puzolana.
El cemento de Sebastos
Un equipo internacional de investigadores
se ha dedicado a estudiar la puzolana usada en los puertos levantados
por los romanos y, tras compararlos, ha llegado a la conclusión de que
el cemento utilizado en Cesarea era sustancialmente más débil que los de
otros puertos italianos analizados. Resulta que, a pesar de que se
construyó con puzolana de la bahía de Nápoles, presenta una apariencia
diferente a los otros hormigones contemporáneos.
Los problemas de suministro (no sería
sorprendente que la escasez de la poderosa puzolana les hubiera obligado
a hacer uso de un agregado local) dieron como resultado el uso de un
cemento de calidad inferior, pero, a pesar de todo, notablemente
duradero.
Los fenómenos naturales (se construyó
sobre una falla geológica y además fue víctima además de varios
tsunamis), unidos a que el cemento utilizado no era el más adecuado,
terminaron destruyendo el puerto, una de las maravillas marítimas de la
Antigüedad clásica.
Fuente: blogcatedranaval
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